La
luz que vendrá
Entonces
el puñal.
Tu
esqueleto
empujando
hacia la luz
pidiendo
reconvertirse.
Éramos
mariposas,
me
dijiste,
espías
en el mundo de los otros.
Entonces
el filo del puñal.
Agua
fresca entrando en los labios.
Tu
cuerpo
empuja
hacia su límite
pidiendo
disolverse.
La
cima sensible de tu vida.
Las
horas amontonadas en el atrás.
El
tiempo como látigo.
Éramos
barcos,
te
dije,
animales
alados
en
el aire secreto
de
lo que aún no es.
Hoy
presiento
tu
forma detenida,
los
gajos de tu luz a contramano.
La
cima sensible
donde
nos fue dado
vivir,
arriesgar
palabras
como
pequeños eslabones
dispuestos
en la eternidad.
Tu
cielo empuja hacia lo cierto,
con
corona de flores
y
sigiloso como un animal que repta.
Somos
camino,
te
dije,
sonido
inconsistente que renuncia
a
toda forma de encarcelarse.
Vamos
y venimos,
con
el cuerpo dispuesto
a
recibir esa luz
que
desde lejos canta,
esa
luz
que
desde lejos se aproxima.
Poema incluído en FÉNIX / Año 2015 / Ediciones Jardín de luz
Foto: Cande Rivero