26 de agosto de 2017

"Salva a la animadora salva al mundo" *


                                                         a Agus 

No te vayas
no te alejes por esos puentecitos macabros
no le des poder
al miedo
al cansancio
al desamor.
Sí.
Estoy tratando de convencerte.
Porque te quiero
porque creo en vos
porque creo en tu luz.
No te vayas
en el fondo llorando
en el fondo herida
Alejandra?
Alejandra no pudo, no supo, no quiso.
Vos conociste la vida
LA VIDA
saltaste jugaste creíste declamaste
nos hiciste
pensar
nos metiste pájaros
hasta en los tobillos
nos
enseñaste en tu voz a volar.
Claro que
el amor
duele perfora arrasa invade
quema.
Pero en cada vuelta de hoja
hay más
siempre más
siempre una revancha
de la vida
que te mira desde todos lados
en los ojos de un perro
en un diminuto brote
en la sonrisa de un desconocido
en las venas de las manos con las que escribís.
Claro que
nos caemos perdemos hundimos quebramos,
pero siempre una grieta
siempre el aleteo de tu fénix a través de la almohada
hablándote desde el cielo de tu sueño.
Hay mucho por hacer
Hay mucho por salvar
Hay mucho por decir.
Despierta y verborrágica
al filo de los nombres
que esperan por vos ser pronunciados,
el perfecto infinito que late
en el aire
es todo tuyo
ves?
todo tuyo agustinita
dale
¡metele una palabra!
¡contanos cómo es!


por Cande Rivero

Titulo: cita a guión de la serie "Héroes"

1 de agosto de 2017

Madera
























Cuando era chica
jugaba con maderas
a construir casas 
para mis muñecas.
El mundo era inmenso,
no sabía del dolor.
Cuando era chica
creía que mi papá
que​ construía los muebles
de nuestra casa
construiría también
los de mi casa futura.
Pero un día el tiempo
empezó a cerrarse.
Cada vez quedaban
menos maderas
menos muñecas.
El dolor comenzaba
a manifestarse
como el agua que repta
sobre una orilla.
Cuando era chica
creía que
con unas cuantas maderas
podía construir un mundo.
El tiempo era
una criatura informe
que no cabía en las manos.
A la adultez viruela
le llega su sentencia:
un padre ya cansado
de construir muebles,
un par de tablas
que no logran disimular
ningún agujero,
el tiempo
agotándose implacable
en un reloj de arena,
el dolor como figurita repetida
y una casa
que no es mía,
vacía de muñecas.




Suelto globos de color en el paisaje blanco. Adentro de la imagen veo a la niña que tiembla. Le acerco por un borde una cano...