Te
devuelvo
el
espejo hundido
bajo
tierra
bajo
agua,
la
rayuela incompleta
porque
un día ya no supimos
cómo
era saltar.
Te
devuelvo
los
libros y los días
las
escaleras en mitad de un laberinto imperfecto,
los
animales sin alas,
el
vértigo.
Te
devuelvo
las
paredes sin pintar,
los
papeles manchados con café
con
poesía,
el
riesgo de sabernos vivos,
los
lápices sin punta
que
nunca afilarás.
Te
devuelvo
lo
estrictamente tuyo
los
malvones creciendo con demasiado sol
las
palabras secas.
Te
devuelvo la colección
de
paisajes imposibles
creciendo
en un espejo hundido
bajo
tierra
bajo
agua.
Curuzú / Ediciones del campamento / noviembre de 2017 / Santa Rosa de Calchines