No hay nada que
puedas desentrañar
si miras dentro de
tu sombra
si callas para no
desnudarte
para no morir.
No está el mar
ni tan cerca
ni tan lejos de mis
días
no fue por error
que construí un
camino de piedras
mordidas por el sol
hasta tu casa.
No está mi alma tan
ciega tan enferma
no cosí por
casualidad
tu nombre
en mi vestido de
hojas.
No hay nada que
debas
dejar librado al
azar
como si acaso no
pudieras
ser el rey en tu
jardín
y acomodar las
flechas
hacia donde sea
necesario.
No hay nada que
puedas
decir sin decir
no podrás amar sin
amar
como jugando a cosas
parecidas
como un disparo
errado
como un payaso que
sabe mentir su alegría.
Nada de eso es
posible ya
en esta jungla
tal vez porque
crecimos
tal vez porque algo
nos dice
es ahora o nunca
tal vez porque todo
cada vez más
se acerca hacia su
centro
y el tiempo nos va
quedando chico
y nos sentamos a
mirar
como todo se ajusta
cada vez más
como se ajustan las
palabras en la sangre
como se ajusta el
deseo
y se muestra en el
cielo
en ese pizarrón
celeste
en donde a veces
anotamos
lo que no debemos
olvidar.
Nada de abismo es
posible ya
nada de trampas.
A nacer si hay que
nacer
y sino a reventar
los sueños
contra una pared
y admitir que no va
más
que sólo nos queda
pedir tres deseos a
la estrella que pase
o hacer fuerza
para que todo sea un
sueño
un invento
una mala ocurrencia
de algún dios de algún diablo
un destello de otra
vida.