31 de julio de 2014

Nacer o reventar.



















No hay nada que puedas desentrañar
si miras dentro de tu sombra
si callas para no desnudarte
para no morir.
No está el mar
ni tan cerca
ni tan lejos de mis días
no fue por error
que construí un camino de piedras
mordidas por el sol
hasta tu casa.
No está mi alma tan ciega tan enferma
no cosí por casualidad
tu nombre
en mi vestido de hojas.
No hay nada que debas
dejar librado al azar
como si acaso no pudieras
ser el rey en tu jardín
y acomodar las flechas
hacia donde sea necesario.
No hay nada que puedas
decir sin decir
no podrás amar sin amar
como jugando a cosas parecidas
como un disparo errado
como un payaso que sabe mentir su alegría.
Nada de eso es posible ya
en esta jungla
tal vez porque crecimos
tal vez porque algo nos dice
es ahora o nunca
tal vez porque todo cada vez más
se acerca hacia su centro
y el tiempo nos va quedando chico
y nos sentamos a mirar
como todo se ajusta
cada vez más
como se ajustan las palabras en la sangre
como se ajusta el deseo
y se muestra en el cielo
en ese pizarrón celeste
en donde a veces anotamos
lo que no debemos olvidar.
Nada de abismo es posible ya
nada de trampas.
A nacer si hay que nacer
y sino a reventar los sueños
contra una pared
y admitir que no va más
que sólo nos queda
pedir tres deseos a la estrella que pase
o hacer fuerza
para que todo sea un sueño
un invento
una mala ocurrencia de algún dios de algún diablo

un destello de otra vida.












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