El alma sigue
manifestándose
frente a toda
tormenta
frente a todo
silencio.
Damos vueltas,
rodamos por calles
vacías,
caminamos en
espiral.
Te miro y pienso que
volvemos a pasar por
los mismos lugares
sólo que algo
chiquito
algo interno cambia,
te miro y pienso en
que tal vez la vida
se trate de esto,
de caminar hacia uno
mismo
cambiándonos el
nombre.
El alma escucha y
cuenta
lo que sucede
alrededor
lo que brota desde
una gota
desde una huella.
Nos encontramos con
un rostro conocido.
El tiempo,
el tiempo en los
otros
nos recuerda el
propio tiempo,
una mano que se alza
en el aire
intentando atrapar
lo que se va,
la vida diluyéndose,
tus pasos
mis pasos,
el sonido de la
lluvia por la noche,
el tiempo mirándonos
con su filo dulce
con su justo
veredicto.
Seguimos caminando
viajando hacia
adentro,
me doy vuelta para
comprobar
si nuestras sombras
vienen con nosotros
si vamos dejando
alguna huella
alguna señal.
Parece que nada
sucede
sin embargo el alma
brilla
en algún lugar
espejando otra
esencia
que se mira en
nuestros ojos,
una gota temblando
en una hoja
mostrando lo
necesario
u ocultando un mundo
invisible
que respira tras su
forma.
El tiempo
el tiempo cayendo
como lluvia en la
memoria,
la saliva que se
gasta
los huesos cansados,
el tiempo
el tiempo en
nosotros
con su filo
con sus garras
impiadosas,
la posibilidad de
renacer
en lo que se sella,
en lo aprendido,
nadar en un pozo de
agua
donde ya hemos
nadado
y comprobar
alegremente
que el alma sigue
ahí,
sigue acá,
viaja con nosotros.
fOT/ POESia: por Candelita