Ahí dentro.
Dentro del amor.
Ahí donde
imperceptibles reflejos
se suceden
y me llaman.
Y siempre es la
misma llamada:
la mujer con los
ojos vendados
sostiene en sus
manos una flor,
camina en zig zag,
se interrumpe.
Dentro de todo lo
que parece
detenido o ajeno
incierto o extraño
hay una llave con la
que se puede
atravesar el tiempo
sonreir secretamente
entre los huesos
andar un poco
distraido
contener el gesto.
Pienso en la palabra
perfecta,
esa de la que no
pudieras escapar.
Voy a pronunciarla
cuando llegue el
momento.
Se nublarán los
sentidos
para que cante
llorando,
quitaré de mis ojos
las vendas y el
dolor,
y todo lo que aún
no he logrado
arrojar al vacío.
Quitaré las piedras
que faltan
para nacer y abrirme
para vivir
sinceramente.
Foto / Poesía por Candelaria
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