Qué es esto que cae sobre
mí
filos cruces espinas
agua bajo el agua dorada del
olvido.
Qué es esto que ante mí
responde
como una voz originaria y
única
que nombra cuando callo.
Camino
sobre las catedrales
invisibles y el horror
bebo del mal, de su
fuente secreta.
Me desvisto en mi propia
miseria
cuelgo mi piel al sol.
Nada es demasiado
nada alcanza
Ni las frutas dulces ni
tu pequeño himno
para alejar las moscas y
la muerte.
Nada sube por el vientre
del sol hacia mi ruina
hacia mis ventanales
hacia mi árbol quebradizo
y hueco.
Camino
nadie se detiene en mis
dedos,
todo lo que podía desear
se ha vuelto pájaro
y cubro con arena los
talismanes y el dolor
y cubro la boca del mago
con cinta de papel.
FOTO / POESÍA Candelaria Rivero
Me arrodillé junto a las
cenizas.
Me confundí en el humo
azul del pasado.
Construí un templo con
sonidos huérfanos
con águilas vencidas.
Fui por el camino largo
pero no hubo lobos
ni bestias que rondaran
mis palabras.
Fui por el camino largo
dejando piedras
para después volver.
Para crecer desde lo
débil hasta tu isla brillante.
Me arrodillé para cantar
en silencio
y dar forma a una lágrima
y tallar en tu sueño un
castillo de agua
con una puerta atada al
vacío,
y dar forma a un pájaro
y olvidarlo después
entre las flores que
duermen en tu abrazo.
Me arrodillé para morir o
renacer o las dos cosas.
Para arrojar los dados en
el cielo abierto
para inventarle un cuerpo
y una voz a mi destino.
FOTO / POESÍA Candelaria Rivero
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