2 de octubre de 2015

Ficción





















Espigas,
piel convertida
en débiles filamentos.
Espuma de
domingo por la tarde.
Corazón
al borde de un ataque
de lunes.
Puentes,
la mente rasante
convertida en reptil
en insecto que avanza entre las rocas.
El cuerpo como
rayo
torre
estatua de nylon
entre la multitud.
Los ecos
de una revolución
que arrastra sus cruces
desde otro tiempo.
No hay nada que nos salve,
me dijiste.
Mirar el sol
hasta quemar todas las ideas.
Ir de una cosa a otra
hasta
hartarse de movimiento.
Quedarse quieto
muy quieto
mientras las personas
se azotan la cabeza
contra un mundo de vidrio,
contra un mundo inverosímil.
Andar a contramano
juntando pétalos
o cantando tangos bajo la lluvia
que oxida también la sangre.
La piel entremezclada
en el aire que no sabe extinguir
su rabia.
La débil piel
untándose
con las espinas
de un mundo al revés.
Tu cuerpo como
templo,
raíz a la que me abrazo,
tu voz como
un siglo
espejando toda esta ficción.



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