Determinada ya
la posibilidad sagrada
de que a pesar de todo
te quedes donde estás.
Cerradas las compuertas
abismales
aún permanece la
presencia de tus ojos
ellos atraviesan cada
pequeña acción
ríen en mi risa
andan en mis manos
mientras escribo.
Yo hago con mi sed
lo que queda por hacerse
levanto una casa donde
volver a creer.
Voy tallando en el camino
de las hojas
un cuerpo ingobernable
un espía que sospecha en
la quietud
y agoniza entre preguntas
que nadie contesta.
Voy recuperando para mí
un jardín que se sostiene
en puntas de pie
por encima del hambre.
Recuerdo todo
pero aprendo a no morir.
Me pliego entre mis alas
y respiro.
Podrán decirme que estoy
demasiado confundida.
Podré decirme que estoy
demasiado confundida.
Me sostengo en mí misma
hasta que el viento cambie
mientras hablo escribo
camino
o me desvivo en alguna
guerra cotidiana
escoltada todavía por tus
ojos
que miran tal vez
lo que yo no sé mirar.
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Caminé por esa calle
caminé por tu voz.
Odié sentir que soy de agua
y que estoy yéndome.
Volví a mirar el color de las uvas
los pequeños mundos que se inventan para reir
las cosas que sólo crecen cuando se pierden
los pactos que besé y destruí
los hilos que se cruzaron al filo del dolor
y ya no se sabe qué es mejor.
Y la flor no fue tan pura y no selló ningún pacto
y el vuelo me lastimó
y odio sentir que entendí por fin algo.