Salgo en mi bici verde
con mi vida pequeña a
cuestas.
Salgo a conquistar el
mundo
la ciudad multiforme
la cueva de los sentidos.
Salgo y cruzo con los
ojos los balcones del sur
los últimos adoquines
los ángeles de piedra que
miran también en el silencio.
La ciudad de palomas y
gatos.
De gente que se esconde
cuando llueve.
De calles vacías si no
hay nada que comprar.
Si no hay nada que
vender.
Voy demasiado rápido tal
vez
y no sé ver algunas cosas
algunos vidrios de color
algunas rejas
alguna frase en una pared
perdida.
Voy demasiado rápido
y suelto las dos manos.
Y cruzo algunas señales
algunos instantes que
marcan algo distinto
que señalan un círculo
débil
donde la magia es posible.
Me desnudo en la calle
invisible.
Me desprendo de mi
nombre.
Me asomo a la posibilidad
de que este órden se quiebre.
Mientras tanto avanzo.
Y avanzar en el espacio
coincide con avanzar en el tiempo.
Y dejo atrás algunas
palabras, algún amor.
Y recobro en la calle
otra forma de mirar,
de sentir.
Y avanzo en el túnel con
palomas y gatos y ángeles abandonados.
Y termino siempre,
siempre
en un lugar distinto.
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