Me horroriza
la manera en que
apilamos ego sobre
ego
como una montañita
de arena
que se empeña en
alcanzar las nubes.
Pero si
estamos hechos de la
misma materia,
pero si
un beso de los
astros
nos dio vida.
Pregunto
horrorizada:
para qué untar la
piel con una bandera
con un nombre
con una forma fija.
Para qué la
crucificación cotidiana,
constante,
de unos contra
otros,
nombre contra
nombre.
Para qué señalar
en lo alto
la idea de la verdad
si
la verdad no es una
idea,
si ella es todo lo
que hay
y no necesito
señalarse,
si ella sabe muy
bien completarse a sí misma.
Alguien canta una
canción
para tapar el sonido
de la guerra.
Algo habita
en ese lugar
que dejamos libre
que dejamos desierto
que dejamos morir.
Algo crece sin
nosotros.
Yo empuño
horrorizada
un arma que se
vuelve poema
y miro el estampido
de la tinta-sangre
sobre el fin de mi
especie.
Foto y poesía por Cande Rivero
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