Todos quieren un
gurú.
Todos quieren un
ídolo de carne o mazapán.
Todos quieren un
jefecito con traje militar
pero que parezca un
semidios
pero que parezca un
ángel
y que te encierre en
su bolsa de naylon
en su burbuja
brillante
y que no deje pasar
el mal
y respire y ame por
vos y piense por vos
y te dé cada tanto
una patadita en el
orto
para recordarte que
estás vivo
y que te hiciste
adicto a la patadita
y que sin él
no sos nada
porque tal vez sea
verdad
y dentro tuyo no
haya nada.
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